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Nerea Almazán / Psicóloga e investigadora de Matia Fundazioa

'Culturalmente, nos han enseñado a reducir la sexualidad exclusivamente a la actividad sexual, al sexo'

Horacio R. Maseda 12-04-2024

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PREGUNTA.- ¿Qué aspectos engloba la palabra sexualidad dentro de este programa?

RESPUESTAS.- La sexualidad es cómo manifestamos ser seres sexuados, la vivencia fruto de mezclar biología, roles de género, identidad, orientación sexual y otros componentes culturales. Sin embargo, culturalmente nos han enseñado a reducirlo exclusivamente a la actividad sexual, al sexo.

Es por ello que, en Heldu Sexua(ri), trabajamos en diferentes aspectos como son la diversidad sexual, la relación con el propio cuerpo, la intimidad, la identidad sexual, la perspectiva de género, las relaciones afectivas, el consentimiento y otros muchos aspectos. Estos son establecidos y priorizados en base a las necesidades identificadas por quienes viven en los Centros de Matia, así como sus trabajadoras y personas significativas.

P.- Supongo que uno de los primeros escollos con los que os encontráis son los propios prejuicios o tabúes de las personas que participan en todo este proceso. ¿Cómo lidiáis con estos inconvenientes?

R.- Sin ninguna duda el tabú y los prejuicios están muy presentes en cada persona, incluyendo las propias responsables del proyecto, ya que todas hemos crecido en una cultura muy restrictiva y con una mirada peyorativa y sesgada sobre la sexualidad.

Es por ello que trabajamos con el tabú y los prejuicios con naturalidad, mostrando que todas los tenemos y que deconstruirlos es un camino en el que todas podemos acompañarnos y que nos llevará a lugares más ricos en muchos aspectos. 

Para ello, tratamos de generar espacios donde poner la sexualidad en el centro con un tono natural, tratando de llamar a las cosas por su nombre, y respetando la diversidad de miradas, para favorecer que todas nos sintamos cómodas trabajando en ello.

Además, buscamos cuestionarnos todo aquello que damos como ‘natural’ o ‘lógico’ de forma colectiva, para así poder identificar nuestros prejuicios sin que ninguna nos sintamos juzgadas y creando confianza en las herramientas propias y del grupo para tratar el tema.

Por lo que, en realidad, no está siendo un problema en el proyecto, sino más bien uno de los focos principales de atención: crear un imaginario colectivo más positivo sobre la sexualidad, donde podamos acercarnos al tema con naturalidad, diversidad y respeto.

P.- Cada persona puede entender la sexualidad de una forma diferente. Además, es una cuestión que cambia con los años y en cada etapa vital. ¿Cómo se puede conseguir la intimidad necesaria para que las personas se sientan seguras en todo momento?

R.- Actualmente, en el proyecto hemos identificado dos cuestiones vitales para avanzar en la intimidad.
Por un lado, está la necesidad de generar canales para que las personas que viven en los centros tengan la oportunidad de tener espacios privados donde ellas puedan escoger quienes entran y cuándo lo hacen. Para ello es importante generar una cultura en el centro de la intimidad, donde quienes viven en los centros conozcan su derecho, facilitando vías para que puedan tomar decisiones sobre ello y dándoles herramientas para lograrlo.

Y por otro lado, existe un aspecto fundamental para la intimidad, a menudo invisibilizado y no tenido en cuenta: la puesta en común de información sobre las personas que viven en los centros. Sin ninguna duda, compartir información personal sobre las personas dentro del equipo y con sus personas significativas es importante para una atención centrada en la persona (ACP) y el trabajo colaborativo: conocer su historia de vida o quiénes son sus personas significativas, compartir sus intereses y preocupaciones, su estado de salud… 

Sin embargo, ¿qué papel juegan las personas en ello?, ¿les damos la oportunidad de decidir qué información quieren que sea compartida y con quienes?, ¿en base a qué decidimos que una información es sensible y deben autorizarnos para compartirla y bajo qué criterios decidimos cuál en cambio no?

Es habitual encontrarnos que orientadas a lograr una atención personalizada y en equipo, las profesionales compartamos información entre nosotras de forma espontánea, fluida y continua, sin pararnos a pensar en el nulo papel de toma de decisión que ha tenido la propia persona. 

No obstante, cuando hablamos de aspectos relativos a la sexualidad, la tendencia es otra: no compartir por percibir que se trata de información íntima y personal de la persona. Por lo que hace falta preguntarnos, ¿es eso siempre así?, ¿estamos utilizando como criterios los valores propios de la persona o sencillamente estamos cayendo en el tabú cultural o nuestros propios valores?

P.- El proyecto se pilotará a lo largo del año en tres centros residenciales de personas mayores de Matia (Egurtzegi, Argixao y Otezuri), pero en realidad llevan ya cuatro años con este trabajo en diversos centros de Matia. ¿Cómo se ha tratado este tema hasta ahora en las residencias de mayores?

R.- Tradicionalmente, la sexualidad siempre ha estado presente en las residencias y la atención era plural y diversa, en base a las capacidades y miradas de quienes participan en ella. Por lo que, en realidad, siempre se ha trabajado en este ámbito, solo que de forma más individualista y sin una estrategia compartida.

En el año 2020, se inició un proceso participativo en el centro Iza, donde residen personas con diversidad funcional, en el que se incorporó la sexualidad como una de las claves de avance para la ACP, iniciado desde la propia demanda de las personas que vivían en él, quienes señalaron la necesidad de incorporar la sexualidad como uno de los ejes y una de las claves principales para el avance del mismo. Fue ahí cuando comenzamos a trabajar la sexualidad de forma más compartida y estratégica.

Este proceso sirvió como puerta de apertura a la sexualidad en Matia, que continuó con la realización de un diagnóstico de las necesidades de las profesionales de la atención directa de diferentes centros, en relación a los apoyos a las necesidades sexuales de las personas que viven en los centros. 

Gracias a este estudio, identificamos que las principales necesidades de las profesionales eran la coordinación con todo el equipo ante las situaciones complicadas relacionadas con la sexualidad, la identificación y acompañamiento de profesionales referentes en el tema y la formación sobre sexualidad adaptada al contexto residencial y el trabajo comunitario. 

A partir de los resultados de ese estudio, desde el año 2022 se ha seguido trabajado en esta línea en los centros interesados.

P.- Para establecer cómo lograr ese acompañamiento, ustedes hablan del codiseño entre las personas residentes, sus personas significativas y las profesionales que las atienden. ¿Qué tipo de acciones concretas pueden servir para que las personas mayores puedan disfrutar de su sexualidad libremente?

R.- De forma general, diría que toda acción que promueva una mirada más positiva, natural y plural sobre la sexualidad de las personas, así como acciones que luchen contra los estereotipos y el tabú, y aquellas que acompañen a las personas en sus propios intereses y valores relacionados con la sexualidad.

Como ejemplo de acciones concretas, en los últimos años hemos realizado acciones como: asesoramiento sexológico sobre cuestiones que solicitaban las personas, apoyo en la solicitud de recursos comunitarios vinculados con la sexualidad, sesiones de deliberación y asesoramiento a las profesionales con situaciones que retan, reuniones con familias para acompañarlas en situaciones vinculadas con la sexualidad para favorecer su comodidad y una mirada menos peyorativa cuando se identifica el riesgo, formación a las profesionales sobre la diversidad sexual, el consentimiento y la intimidad, entre otras.

P.- Según tenemos entendido, en una primera fase, empezarán con las sesiones de indagación en los centros, la puesta en marcha de una línea de trabajo con el comité de ética de Matia, el testeo de una primera píldora formativa en Matia Eskola y varias formaciones presenciales a profesionales de los Centros. ¿Qué duración tendrá este pilotaje y qué pasos darán después?

R.- El pilotaje se llevará a cabo a lo largo de todo el 2024 y, al igual que sucedió con el trabajo iniciado en Iza, se espera que las líneas de trabajo que vayan identificándose a lo largo del piloto puedan seguir en marcha tras el cierre del pilotaje y se extienda esta metodología y acciones al resto de centros de Matia.

En este momento, los próximos pasos que vamos a dar va a ser la generación de un ciclo de podcast donde abordar los prejuicios y favorecer una mirada más positiva con profesionales expertos en diferentes dimensiones de la sexualidad. Los episodios queremos centrarlos en la propia reflexión sobre la sexualidad en los centros, así como la perspectiva de género y la diversidad funcional, ya que son los aspectos que actualmente encontramos más invisibilizados.

Por otro lado, estamos generando diferentes infografías para poner en valor los derechos sexuales y dar orientaciones guía ante las situaciones habitualmente más complejas en los centros, basándonos en los propios planteamientos de los equipos.


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